Quien Soy
Sobre Luana del Monte
Mi historia personal seguramente influyó mucho en el trabajo que elegí hacer. Desde que tengo memoria y a pesar de mi carácter reservado, siempre he sentido un gran interés por las personas que encontraba en mi camino. Desde niña, me encantaba observar lo que sucedía a mi alrededor. Si lo pienso ahora, evoco la imagen de esa niña tímida y curiosa a la vez, que observaba a los adultos hablar entre ellos en la sala de espera del dentista o del médico. A menudo, las personas y sus historias se acercaban a mí con naturaleza sorprendente.
Siempre he disfrutado el placer de escuchar, de dejar fluir dentro de mí las historias de los demás: a veces cercanas, a veces lejanas, pero siempre fascinantes para mí.
Y siempre he experimentado un gran sentido de agradecimiento por ser invitada a entrar en “las vidas de los demás,” aunque fuera solo por un momento.
Es con ese sentido de agradecimiento que, desde hace veinte años, acompaño a las personas en mi espacio terapéutico. Porque, según yo, en el espacio terapéutico cada uno toma algo bueno para “llevarse consigo.” Al mismo tiempo, cada uno deja en ese espacio una oportunidad nueva que ambos pueden utilizar.
Sería como descubrir y llevar lentes nuevas con las que poder mirar al mundo. Así, mi mirada hacia el otro y hacia mí misma se va ampliando, y tengo el honor de leer y participar en la novela de la vida: la de los demás y la mía.
Porque, para citar E. Polster, ¡Cada vida merece ser una novela!